La rubia de catecismo.





En la vida cotidiana de la linda ciudad de Portoviejo, a una cierta edad tuve que ir a catecismo para ser bautizado como Dios manda. Aun niño e inocente, tímido cual ninguno, entraba aquellas clases a creer todo lo que me decían, pero ahora con un poco mas de edad reflexiono y saco el sustrato inherente de todo lo que me decían.

Pareciera que fue un pecado el instante que entro por la puerta de una aula apartada de la iglesia, con sus cabellos como rayos de sol deslumbrando a todos nosotros quizá pecadores de admirar aquella belleza, esos ojos claros que castigaban como dagas de fuego sino los mirabas. Aunque para ser sincero ese impacto de aquel ángel solo fue para mí.

Con su sonrisa y forma de andar de niña libre, buscó un asiento, y es cuando todas las habilidades de oración surgieron efecto y encontró un lugar a mi lado y un lugar muy adentro de mí ser.

Sonreíamos de todo, entre el Padre Nuestro, entre el Ave María, entre el Credo, quien sabe si era blasfemia, pero era algo puro brotando de nuestros labios alabando a Dios, pasaron los días, las clases, me fui animando a decirle que si quería ser algo mas en mi vida que una compañera y en ese momento mas que una amiga.

Su nombre lo recuerdo con un poco de confusión, era Katy Ramos sin temor a equivocarme, vivía en una avenida por donde solía salir a patinar, tenía una hermana menor con anteojos que la acompañaba, estudiaba en una escuela llamada 5 de Junio.

Un día compre una tarjeta que decía lo que más o menos sentía, aunque hubiera sido mejor una carta escrita con mis propias manos, entregue esa tarjeta con algo mas, sonrió y no recuerdo que paso hasta cuando un día en la entra de la iglesia se acerco y me explico que no podía ser algo mas porque su hermana iba a contar en su casa.

Hasta ahora suelo pensar aquella respuesta, fue de amabilidad, fue de verdad, y me pregunto si es que no hubiera existido su hermana?, y aun mas me consuelo al creer que no era para su edad una respuesta de amabilidad para decir un no.

Nos bautizaron, estuvo cerca por ultima vez, nos despedimos y cada vez que podía los fines de semana pasaba por aquella avenida que solía salir a patinar y la encontraba a veces alegre como siempre y otras encontraba una avenida vacía sin rayos de sol que deslumbre, y así se fue perdiendo en el tiempo y se convirtió en recuerdo.


16/12/2007

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